20 de junio : La historia de Jackeline, de artista y administradora turística en Ecuador a cocinera profesional en España.

En Europa, el 47,5% de los inmigrantes con estudios superiores están sobrecualificados para su trabajo, frente al 32,9% de los nativos. España es uno de los países en dónde más se ve esta problemática : una de cada dos personas de origen inmigrante está sobrecalificada para su puesto de trabajo. A propósito del Día Mundial del Refugiado, SINGA Barcelona visibiliza los sueños rotos y el potencial desaprovechado de miles de mujeres y hombres, a través de dos historias de miembros de su comunidad.

Este es el testimonio de Jackeline Villalba, una mujer migrante, ecuatoriana, y madre que se ha reinventado múltiples veces desde sus días como profesional en Bellas Artes y Administración Hotelera, pasando por el cuidado de niños en Barcelona, hasta su reconversión profesional como jefa de cocina. Actualmente cuenta con su emprendimiento de catering y es un miembro activo de nuestra comunidad en SINGA Barcelona.

#1- ¿Podría presentarse y contarnos de su trayectoria profesional antes de su llegada a España? 

Soy Jacqueline Villalba nací en Ecuador, en un pequeño pueblo llamado San Antonio, en una provincia que se llama Imbabura ubicada en la sierra en la parte de los Andes de Ecuador. Nací en este pueblo. lleno de artistas de la madera, de la pintura y de la escultura. Mi padre de hecho es artesano de la madera.

Estudié Bellas Artes en un Instituto de mi propio pueblo, me desenvolví como en la especialidad de cerámica. Cuando tenía 18 años emigré por primera vez a Quito, capital de Ecuador para estudiar en la Universidad de Bellas Artes. Como yo me fui con mis propios medios, a nivel económico vi que no era viable, que no me podía mantener y estudiar esta carrera, entonces salí. Empecé a trabajar.

Al siguiente año empecé a estudiar Administración turística y hotelera, era algo que siempre me había gustado e interesado, pero no lo había tomado en cuenta hasta este momento. Estudiaba en la noche, lo hice durante dos años y en paralelo trabajaba en una agencia de publicidad, en el departamento de pintura e ilustración. Fui ascendiendo hasta convertirme en jefa del departamento. 
Trabajé ahí muchos años. Tiempo después llegó una primera crisis económica y se acabó la empresa. Fui a trabajar a un consulado como  cocinera. Ese fue mi primer roce con la cocina profesionalmente. Hasta ese momento solo conocía la cocina de mi madre, de mi abuela, y de mis tías. Después de un tiempo, volví otra vez a la publicidad porque la agencia se recuperó, pero tras otra crisis en 1999 en Ecuador, terminó mi vida laboral en ese país.

Jacqueline Villalba

#2- ¿Cuáles fueron sus logros profesionales más grandes en su país de origen?

Para mí, el primero fue poder estudiar un técnico superior de Administración turística y hotelera sin tener las bases administrativas y demás. A la final lo logré. Además me lo pagué yo y aprendí a ser independiente. Siendo una mujer que venía de una familia donde las mujeres no eran profesionales, solo eran madres y esposas, superar ese reto era un logro. También fue un logro poder desenvolverme en el departamento de pintura de la agencia de publicidad y hacerlo perfectamente, y tener un equipo a mi cargo. Además, logré trabajar con una empresa grande, internacional en la que ganábamos en dólares… para mí ese fue un crecimiento. Aprendí que me podía sustentar sola y que podía ir creciendo en diferentes ámbitos profesionalmente, sabía que tenía esa capacidad de adaptarme.

#3- ¿Desde hace cuánto vive en España?

Desde 1999. Debido a la crisis que hubo todo mi dinero se quedó en el banco, no pudimos sacarlo. Tuve que dejar mi departamento, volver a casa de mis padres con todas mis cosas. Es ahí cuando decidí emigrar a España, a Barcelona porque me dijeron que había trabajo. Vine con una mochila llena de sueños, a dar un cambio a todo.

 La crisis económica en Ecuador de 1998-1999 fue una crisis inflacionaria que se combinó con una crisis financiera, fiscal y de deuda soberana. Comenzó en 1998 y empeoró hasta desencadenar un pánico bancario en 1999. Varios bancos se quedaron sin reservas para responder a los cuentahorristas que retiraban sus ahorros para cambiar sucres por monedas extranjeras, especialmente dólares americanos.

#4- ¿Sufrió de degradación profesional desde su llegada? ¿Podría contarnos esa experiencia?

Sí, era la primera vez que salía de mi país, viajé sin conocimiento de causa. Cuando llegué me di cuenta que uno no podía quedarse en otro país si no tenía un permiso y si no tenía dinero, que me volví migrante y que había que tener papeles para poder trabajar. Me dio pánico, susto y miedo, pero al final tienes que sobrevivir. Así que me aconsejaron trabajar en una casa, cuidar niños o en lo que sea para empezar y tener dinero para poder empezar a vivir en esta ciudad. Empecé trabajando en una casa. Yo vivía en esa casa, había tres niños y yo era la encargada de llevar la casa. 

Soy la hija mayor de cinco hermanos, mis padres nunca habían tenido muchos recursos. Entonces mi sueño era que todos mis hermanos pudieran ser profesionales y que toda mi familia saliera adelante. Entonces yo en el interés de buscar mejorar empecé a mirar de si podía volver a trabajar en algo relacionado con el arte o relacionado con mis estudios. Pero eran procesos largos y sin documentos tampoco podía. Así que empecé por el principio: tener papeles para poder tener derecho a estudiar…en general, a ser alguien aquí. Porque cuando no tienes papeles no existes. Entonces esta familia con la que trabajaba me ayudó con la gestión de los papeles.

#5- ¿Cómo llegó a la cocina? ¿Cómo fue ese proceso de reconversión profesional?

Esta familia con la que trabajaba viajaba mucho, así que me quedaba con la abuela, la madre de la chica. Ella me introdujo a la cocina. En ese momento empezó el movimiento de experimentación de Ferrán Adriá, en la Costa Brava, comenzó a cambiar la cocina y captó mi interés. Me di cuenta de que la cocina me gustaba, que podía ser una fuente de un nuevo trabajo, una forma de encajar aquí, de poder tener otros ingresos y otros sueños. 

Pedí a esta familia la posibilidad de estudiar. Hice dos años de escuela de cocina aquí en la escuela Bellart de Barcelona. De esos años, hice un año de ayudante de cocina y el otro de cocinero profesional.

#6- ¿Cuáles fueron los principales obstáculos durante ese proceso?

Las escuelas de cocina, son muy caras.  Para sostenerme y pagarla, trabajaba en esa casa de lunes a viernes y el fin de semana cuidaba a una señora mayor. En el 2005 ya terminé la escuela de cocina. En ese momento dejé a esta familia que me había contratado y empecé a hacer mi recorrido como profesional en cocina. Comencé como ayudante, pero quería comerme el mundo de la gastronomía. Después de trabajar en varios lugares, llegué a ser jefe de cocina a mis 30 años aquí en Barcelona. Pero en todo ese camino, me tropezaba con que era mujer, era migrante y el mundo de la cocina es de hombres a nivel profesional. 


Hubo mucha gente que se enfadaba conmigo, pensaban “¿cómo está mujer migrante, está aquí frente a la cocina?”. Me preguntaban, “pero tú ¿sabes cocinar paellas o tú sabes cocinar comida de aquí?

#7- ¿Puede compartir algún momento especialmente difícil o frustrante que haya vivido en su trayectoria profesional en España?

En el 2010 fui madre. Tuve a mi hijo Gabriel y a los dos años me di cuenta de que algo no iba bien. Mi hijo tiene autismo diagnosticado. A partir de ahí empecé un nuevo ciclo de mi vida, un duelo, porque tenía que aceptar que mi hijo era diferente, pero no sabía cómo hacerlo porque estaba viviendo una aventura diferente a nivel profesional. Me encantaba ser jefe de cocina, ser la mejor, era muy importante para mí visionar que las mujeres de migrantes también podíamos ser profesionales, que también podríamos llegar a esos cargos. Sin embargo, al mismo tiempo quería ser madre y quería ser la mejor madre. No sabía cómo ser la mejor madre en esta nueva forma de vida. Llegó un punto en que me di cuenta de que no podía hacer ambas cosas, entonces dejé la cocina profesional y volví al servicio doméstico.

#8- Fue como vivir por segunda vez la degradación profesional ¿Cómo superaste este momento difícil? 

Decidí que yo podía seguir cocinando, no a nivel profesional, pero podía hacer catering. Siempre me habían gustado los eventos, las bodas, donde la gente se reúne festeja. Como siempre he vivido en el mismo barrio aquí en Barcelona empecé a promocionarme entre las madres de los compañeros de mi hijo, ofreciendo mis servicios para cumpleaños, navidades, etc. Así seguí cocinando, pero no como si fuera una empresa, era una alternativa económica y para yo seguir siendo cocinera. Considero que la cocina me ha salvado en muchas ocasiones de no perder la ilusión y de tirar para adelante.

A través del catering he podido ayudar a más gente como yo, porque siempre he contratado más gente migrante. Les he enseñado y les he dado la oportunidad de que sea la cocina una fuente de ingresos. En ese proceso conocí a SINGA. 

#9- ¿Cómo supiste de SINGA y qué te motivó a unirte a nosotros?

Por las redes sociales. Me interesó porque propone unir personas migrantes con personas locales para crear negocios de impacto, para que se pueda dar una oportunidad a las personas que tenemos capacidades, pero que, al estar fuera de nuestro entorno, no tener un apoyo familiar o un apoyo económico a veces se nos hace más difícil.  Fui a la primera reunión que hicieron a las afueras de Barcelona en un sitio. Vi que todos teníamos como proyectos y ganas de impulsarnos, y que teníamos un componente social. Eso me gustó mucho, la parte humana. Todos somos seres humanos y en el fondo no es solo un negocio, también ayudamos a más gente y esa gente tiene un corazón, esa gente tiene una vida y esa gente también tiene derecho.

Entonces ahí lo del catering, creció, o sea, llegué a tener un local, aunque nunca lo he hecho de una manera oficial a tiempo completo. 

#10- ¿Puedes compartir una experiencia o un momento clave donde SINGA impactó particularmente tu trayectoria profesional?

Durante la pandemia, tenía una angustia continúa porque se decía que mucha gente estaba pasando hambre, que no tenían trabajo y yo tenía el local del catering. En una reunión que hizo SINGA  propuse la idea de hacer un proyecto social de comida solidaria y saludable. El objetivo era garantizarles a las personas por lo menos un plato de comida, una vez a la semana. De ahí nació “Dónde come uno, comen dos”,  lo pensé yo, pero SINGA me ayudó a que el proyecto se hiciera realidad. Dimos de comer, de forma saludable, casi un año, todos los viernes, a familias vulnerables. Me sentí muy satisfecha de poder haber hecho ese proyecto. Estoy muy agradecida con SINGA por ayudarme a sacarlo adelante.

#11- ¿Cómo ha influido SINGA en tu inclusión en España?

Me ayudó a entender mi valor como migrante. Entendí que yo tenía un valor como persona y tenía la capacidad de crear proyectos y hacer cosas que aportaran a la sociedad. SINGA de cierta forma me validó. Antes sentía que al ser de fuera no tenía esa validación. No me sentía capaz, pero al crear esta red con más gente como tú te das cuenta de que hay algo más importante que la validación de otros.  A través de SINGA también he encontrado otra forma de hacer comunidad. Que esta comunidad a la vez intenta integrarnos entre todos, incluyendo la sociedad general.

#12- ¿Cuáles cree que son los principales cambios necesarios para mejorar la integración profesional de los refugiados en Europa?

Primero, pienso que tendría que cambiar como el relato sobre nosotros, los que venimos de fuera, esa narrativa que dice que “venimos a pedir algo”. En realidad no venimos a pedir nada. 

En segundo lugar, creo que los migrantes, especialmente las mujeres, debemos pensar en nosotros*as mismos*as primero. Yo creo que yo habría llegado más lejos, si hubiera pensado primero en mí, formándome más los primeros años, antes de empezar de llevar dos cargas. Creo la integración hubiera sido más rápida porque todos los recursos económicos los hubiera dedicado y habría conseguido un nivel profesional más alto, más rápido. Pero cuando venimos de fuera queremos estar aquí y a la misma vez no dejar a nuestra familia, aunque ellos sigan haciéndose su vida en tu país. 

#13- ¿Qué consejo daría a otros recién llegados que experimenten degradación profesional en España?

Hay que creer en uno mismo, yo creo que es lo más importante, aunque a veces es difícil. También les diría que hay que vivir en el ahora. Asumir que tomaste una decisión y el ahora es aquí, en esta nueva ciudad. Decirte a ti mismo que esta ciudad va a ser tu hogar y que aquí vas a desarrollarte. Y poner toda tu energía en el presente para desarrollarte a nivel profesional y personal, en dejar “de ser de aquí o de allá”. Simplemente decir “estoy en un lugar que yo he escogido y es aquí donde me tengo que desarrollar y buscar la manera de lograrlo”, para adaptarse a esta nueva realidad. 

Esta entrevista fue realizada en el marco de la campaña de sensibilización del Día Mundial del Refugiado, 20 de junio, por SINGA Barcelona.

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