«La migración no es un problema, sino lo que estamos haciendo con esos países: las personas no son el problema»

«La migración no es un problema, sino lo que estamos haciendo con esos países: las personas no son el problema»

Entrevista a Ángeles Schjaer, asesora pedagógica y Nicolás Migueinz, socorrista. Ambos miembros activos de OPEN ARMS.

A raíz de la charla que brindó OPEN ARMS, el 25 de noviembre de este año, a la comunidad de SINGA-ESPAÑA con el apoyo del Impact Hub Barcelona, fue posible poner sobre la mesa temáticas tan trascendentales como lo que sucede, con este caso en particular, la migración. Este primer evento presencial post Covid, marca el inicio de ESPACIO CONEXUS, el cual nace del Programa de Mentoría de CONEXUS II, donde el foco es generar un impacto positivo en la sociedad de modo de promover ser agentes de cambio.

Con ánimo de invitar a la reflexión, es que a partir de esta primera sesión dada por OPEN ARMS, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a proteger las vidas de las personas abandonadas en aguas internacionales que huyen de conflictos bélicos, persecución y/o pobreza; se pudo compartir un espacio abierto a la sensibilización, educación y pensamiento crítico con perspectiva en derechos humanos. 

La invisibilidad de lo evidente nos convierte en cómplices

Más allá de las cifras de inmigrantes que llegan a las costas del Meditarráneo, hay personas con nombres, con familias detrás, hay vidas involucradas. Al parecer aún sabiendo que este mar sigue siendo el cementerio más grande del mundo, no basta para remecer las conciencias y actuar. Es la inacción, la ceguera voluntaria, la falta de humanidad lo que fomenta aún más este tipo de situaciones como lo son estas rutas en embarcaciones terribles que acaban gran parte de ellas en tragedias. 

Si bien tal como comentaron ambos ponentes, “la migración no es un problema, sino lo que estamos haciendo con esos países. Las personas no son el problema; los seres humanos migramos desde que nos pusimos de pie, y el primer día que empezamos a caminar, no hemos dejado de hacerlo”. Y si sumado a ello, se le añaden problemas económicos, de hambruna, conflictos bélicos, entre tantos otros, ¿cómo alguien no va a querer huir de esta compleja realidad e intentar tener una mejor calidad de vida para su familia?

Pero a pesar de que la sobrevivencia es algo innato en el ser humano, ¿por qué cuesta hacer algo al respecto? ¿Qué es lo que pasa con el concepto “flujo migratorio” o “inmigrante” que genera ciertas reticencias o incomodidades? ¿Será que como sociedad nos hemos empeñado en esconder e ignorar lo que “molesta” o lo “poco conveniente”? ¿O hemos normalizado estigmatizar y etiquetar a unos y a otros de acuerdo al origen del cual provengan, del color, de la cultura y de la religión entre otros factores? ¿Por qué en ocasiones nos es difícil como especie empatizar con el otro? Quizás durante mucho tiempo, ha habido un esfuerzo descomunal en suavizar la realidad que “incomoda” con eufemismos. Al parecer hay un pánico a decir las cosas por su nombre, hay una lucha campal por no querer ver y no hacer nada realmente humano.

Tanto para Ángeles como para Nicolás, “se trata de concebir a todos como personas más allá de donde vengan; es tomar responsabilidad, como por ejemplo dejar de robarles su pesca, sus recursos, dejar de bombardear, de torturar, de abusar, de violar; pero mientras el negocio de la guerra sea el más lucrativo, lamentablemente esto no se va a terminar”. Sin embargo, en conjunto podemos hacer algo, no se trata de que todxs deban ir al mar, pues el rescate inicial parte desde el abandono de la ignorancia, de querer ser consciente y visibilizar lo que sucede. Desde allí, cada unx con sus propias herramientas y ganas, puede contribuir en sensibilizar la conciencia propia y la de los demás, de modo de cambiar el entorno positivamente, porque antes de ser miembro de una ONG en particular lo que debe mover es el compromiso por colaborar y ayudar a otros.

Cuando los hechos son innegables


Lamentablemente la muerte de Aylan Kurdi, un niño de tres años que apareció ahogado en una playa en Turquía el 2015, puso de manifiesto la crisis humanitaria de Siria. Debido a esa imagen la comunidad internacional se alarmó y apareció en diversos medios; lo tremendo es que antes de Aylan, muchos niños murieron como él. La realidad es que ya se tenía noción mucho antes de este triste episodio al igual que la gran cantidad de personas que continúa huyendo de Siria, Irak, Afganistán e incluso de Irán, ya que no tienen otra posibilidad y varios de ellos se siguen quedando atrás. Lo inquietante es ¿qué hace llevarnos las manos a la cabeza por unos sí y por otros no?

Para Ángeles, el hecho de ver y ser consciente que muchas personas cruzaban el mar siendo varios de ellos niños, la hizo reaccionar y buscó la forma de cómo podía ayudar. Es en ese momento donde junto a Nicolás y a otros socorristas de esta ONG, se unieron con las ganas de ayudar, y así empiezan a trabajar el año 2015 en la isla de Lesbos debido a la llegada masiva de embarcaciones.  

Pero es el 28 de octubre de 2015 cuando se produce el naufragio más grande en el mar Egeo, donde murieron cientos de personas. «Toda esta gente que sale de sus países cruzando esta temible ruta, provienen de puntos muy diferentes como de Oriente Medio y/o del cuerno de África. Algunos escapan por la sequía, hambrunas, dictaduras, persecuciones, violaciones, torturas, entre otras atrocidades; donde muchos de ellxs huyen porque no tienen alternativa, y además tienen un imaginario muy grande de Europa, donde piensan que en este continente van a encontrar algo mejor, sin muchas veces saber lo que realmente les espera», señaló Ángeles.

Ahora cabe cuestionarse ¿cómo construimos la humanidad? Al parecer nos olvidamos que ésta se construye entre todxs, día a día, no sólo en momentos críticos y a partir de ciertos episodios específicos que son catalogados como “mediáticos”.

Esta es una oportunidad para ponernos un espejo en frente y preguntarnos qué hacemos con respecto a lo humanitario, porque valga la redundancia, lo humanitario es lo que nos vincula a todxs y su punto más alto es el amor. El ser humano es una especie migrante, por ello el cuidado y la solidaridad que se entregue no debe escatimar en hacer diferencias. No obstante, es una realidad en la cual urge tener una postura abierta, proactiva y positiva antes de que sea un problema más, ya que más allá de todo, nuestros cimientos son la humanidad, somos nosotrxs.

Magdalena Cáraves H.
Coordinadora de la Comunidad CONEXUS, SINGA España

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